Andaba yo pensando desde hace unas semanas como expresar en una entrada de este blog mi más profunda animadversión (o fobia) por los artículos de opinión y entrevistas que surgen siempre en los primeras semanas del año que comparan a los seres humanos con máquinas o robots. Son esos artículos que comparan nuestro nervio óptico con una cámara fotográfica de 1 Gb o aquellos otros que comparan la memoria con bytes o aquellos otros artículos que dicen que van a acabar con parte de la profesión médica.
Hace unos días estaba pasando la consulta tranquilamente, tan tranquilamente que llevaba un retraso de más de una hora, con 4 pacientes «forzados» de más que no conocía, intentando hacer bien mi trabajo cuando el cansancio mental y la queja de un paciente me hizo flojear en mis principios y decidí «ir rápido». Dos pacientes y medio después , reduciendo la espera a treinta minutos… ¡me acordé de las máquinas que «intentarán» sustituirme en el futuro!. ¿Qué diferencia habría entre un robot y yo sino tengo tiempo de mostrar empatía con el paciente, con sus síntomas, con su enfermedad y transmitir tranquilidad y apoyo en la enfermedad? ¿Qué diferencia habría si sólo nos dedicamos a valorar objetivamente pruebas y analíticas sin lo anterior?. En ese momento decidí que no se lo iba a poner fácil… acabé con más de hora y media de retraso. Siento por los que esperaron tanto tiempo…